Existen varios sistemas de calefacción con leña que se utilizan para calentar espacios y proporcionar agua caliente. Algunos de los más comunes son:
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Estufas de leña: Son sistemas de calefacción independientes que utilizan leña como combustible. Pueden ser estufas de leña de convección, que calientan el aire en su interior y lo distribuyen por la habitación, o estufas de leña de radiación, que calientan objetos cercanos a través de la emisión de calor radiante.
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Chimeneas: Las chimeneas son sistemas tradicionales que se instalan en paredes o en el centro de una habitación y utilizan leña como combustible. Pueden ser abiertas o cerradas con puertas de cristal, lo que mejora la eficiencia y seguridad.
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Calderas de leña: Son sistemas más grandes que se utilizan para calentar toda una vivienda o para proporcionar calefacción central. Estas calderas utilizan leña como combustible y calientan el agua que luego circula por un sistema de radiadores o suelo radiante.
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Hornos de leña: Aunque principalmente se usan para cocinar, también pueden utilizarse para calentar el ambiente en el que se encuentran, especialmente en cocinas o espacios abiertos.
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Cocinas de leña: Estos sistemas de calefacción son estufas que, además de proporcionar calor, también se utilizan para cocinar alimentos.
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Inserts de leña: Son dispositivos que se instalan dentro de una chimenea existente para mejorar su eficiencia y rendimiento. Funcionan como estufas de leña insertadas en el hueco de la chimenea.
Es importante destacar que, si bien la leña es una fuente de energía renovable, su uso puede tener un impacto en la calidad del aire si no se quema correctamente. Por ello, es fundamental seguir buenas prácticas, como utilizar madera seca y bien almacenada, y asegurarse de que el sistema de calefacción esté correctamente mantenido y limpio para reducir las emisiones contaminantes. Además, es recomendable complementar el uso de sistemas de calefacción con leña con fuentes de energía más limpias y eficientes cuando sea posible.